La importancia de una buena limpieza facial

Para hacer una limpieza completa se debe dividir la rutina en dos pasos y realizar lo que se denomina una doble limpieza. Esta consiste en una primera eliminación de los residuos oleosos, es decir con base lipófila, que se retiran con productos de naturaleza aceitosa.

Los productos de base oleosa, a diferencia de un limpiador espumoso o del agua micelar, consiguen penetrar mejor en el poro y eliminar la suciedad que suele almacenar. Además, van reblandeciendo las capas superiores de piel donde se acumulan las células muertas, por lo que ayudarán a una renovación constante y ultrasuave sin que la piel sufra lo más mínimo. Estos podrían ser aceites desmaquillantes.

Una segunda limpieza que nos servirá para retirar residuos que se disuelven en productos de base acuosa. 

Los de base acuosa, retiran todas las impurezas sin base grasa, que serían las partículas contaminantes y las células muertas acumuladas durante el día. Podemos encontrar gel, aguas micelares y mousse. 

El limpiador en forma de gel es muy recomendable para las pieles mixtas con tendencia grasa ya que proporciona una limpieza mas en profundidad de los poros y elimina el exceso de grasa de la superficie.

El agua micelar se puede aplicar con la ayuda de discos.

El limpiador espumoso para pieles mixtas es refrescante y limpia el rostro en profundidad sin resecar la piel.

De este modo, nos aseguramos que todas las impurezas del rostro quedan retiradas correctamente y la limpieza se realiza en profundidad

Por otro lado, no debemos olvidar que es necesario realizar una exfoliación facial una vez por semana y aplicar un tónico después de la limpieza, que ayude a cerrar el poro y dejar lista la piel para cualquier tratamiento.

El exfoliante dependera de nuestro tipo de piel y no debe ser poco agresivo para mantener la barrera protectora de nuestra piel.